viernes, 14 de noviembre de 2008

La conexión ruandesa

En el fresco ambiente de un laboratorio de cómputo de concreto y ladrillos, en una zona alejada de África central, conocida por erupciones volcánicas y la caza furtiva de gorilas, el obispo anglicano John Rucyahana coordina el grupo Bridge 2 Rwanda en la popular red social Facebook.
Este día en particular, John está conectado en línea desde los Estados Unidos, donde se encuentra de visita con el propósito de promover y recaudar fondos en su afán por recuperar a toda una generación de niños y niñas que perdieron a sus progenitores en el genocidio de Ruanda en 1994. Hoy, varios de los chicos van a la escuela Sonrise, que alberga a alumnos de primaria y secundaria, ubicada en el mismo camino sin pavimentar del centro de cómputo. Bridge 2 Rwanda cumple una doble función como grupo cibernético y organización de beneficencia con sede en Arkansas, EE.UU., desde donde Rucyahana gestiona el apoyo internacional que recibe para Sonrise, el cual no sólo es un orfanato sino también un internado exclusivo. Entre los más entusiastas benefactores, se destacan los socios de los Clubes Rotarios de Denver Southeast y Westminster 7:10, Colorado., EE.UU., quienes financiaron el equipamiento del centro de cómputo y recaudaron fondos para capacitar a los profesores. Ambos clubes respondieron inmediatamente al llamado personal de asistencia económica y cooperación tecnológica del presidente de Ruanda Paul Kagame sin obviar, por supuesto, la labor del carismático obispo. Un "faro de esperanza" En el año 2001, Rucyahana abrió las puertas de la escuela primaria a los huérfanos indigentes de los distritos aledaños, con la meta de que se convirtiera en un "faro de esperanza" para el resto del país. Después de tan solo dos años, el colegio se colocó entre los mejores y en 2005 fue reconocido como el mejor centro educativo en la nación. Subsecuentemente, se inauguró la escuela secundaria para recibir a los alumnos que terminaron sus estudios primarios. En un entorno donde no cuentan las barreras sociales, los hijos de familias acaudaladas de Kigale y otras ciudades estudian lado a lado con huérfanos cuyos padres murieron decapitados o sus madres sucumbieron al SIDA. Sonrise es parte integral, en mente y corazón, del desarrollo industrial y social de Rwanda, brindando a los jóvenes estudiantes las oportunidades y la educación de las cuales gozan desde hace mucho sus contemporáneos del mundo occidental. "Cuando llegó el primer grupo de chicos a la escuela", declaró Joy Ruberwa, directora de los cursos de primaria y secundaria, "no tenían la mínima idea de las normas de higiene y urbanidad, no sabían como lavarse, cepillarse, vestirse. Parece increíble, pero en unos pocos meses, eran otros niños", acota con una sonrisa. El colegio cuenta en la actualidad con 600 y 350 alumnos primarios y secundarios, respectivamente, tres residencias, una biblioteca muy bien dotada, dos comedores, jardines impecables y murales, donde reina, además, un espíritu comunal propio de un kibbutz. Las 180 computadoras con conexión a la internet por fibras ópticas son las joyas más preciadas del colegio. El equipo, donado por la cadena de restaurantes Chipotle Mexican Grill gracias a la gestión del Club Rotario de Denver Southeast y el apoyo técnico del club de Westminster 7:10, ha hecho posible que el "faro de esperanza" irradie su luz en todo el país. Formando a futuros empleadores La adquisición de tales destrezas de computación a temprana edad, sin duda, le cambiará la vida a estos niños ruandeses.Según palabras de Rucyahana, "No estamos educando a empleados sino a futuros empleadores". Y ya está pagando dividendos. El año pasado, Google seleccionó a Ruanda y Kenia como puntos de lanzamiento de su conjunto de aplicaciones (Gmail, Google Earth, Picasa, etc.) en la región de África subsahariana. Jóvenes programadores ya han establecido empresas que ofrecen servicios gratuitos de mensajes instantáneos y de texto vía Internet y están ensamblando computadoras personales Gorilla 1000, fabricadas en Ruanda. Encontrar un determinado nicho económico para el país no debe ser el único fin de un programa académico de ciencias e informática, sino además, en este caso, ayudar a cambiar la mentalidad y eliminar la "distorsión" de la verdad que dio paso a la ignorancia, la credulidad y a teorías políticas falsas durante el genocidio. Según John Rutyisire, director del Consejo Nacional de Examinaciones, el colegio es el núcleo alrededor del cual interactúan alumnos, padres de familia, profesores y comunidades vecinas. "El punto de ruptura se da cuando las ideologías genocidas infiltran la mente de los estudiantes debido a que a nivel de aula no se manejan tales interacciones". El proceso comienza en el salón de clases y termina en las residencias, explica Ruberwa. "Nos dirigimos a nuestros alumnos como personas que son parte del colegio, y no como miembros de un distrito, aldea o tribu". John Nzayisenga, profesor de ciencias sociales, opina que la enseñanza de la historia es un privilegio y a la vez una responsabilidad. "Muchos de nuestros alumnos tienen recuerdos muy vívidos de esa historia. Lo que nos proponemos es hablar de un pasado dividido pero fomentar un futuro unificado", reflexiona y luego continua, "las ciencias informáticas son beneficiosas", agrega, "porque nos da una base común, lo opuesto de lo que carecimos en espacio y tiempo en el pasado".

Fuente: Rotarational